viernes, 11 de diciembre de 2009

MALLEUS MALEFICARUM

"BIENVENIDOS AL CURSO INTRODUCTORIO:
EL INQUISIDOR EJECUTUVO, S.A DE C.V”

El texto pre
senta la problemática de la fe, traducida en la herejía y plasmada en la figura de las brujas; que serán presentadas en la dimensión: Antropológica (Perfil físico), Teológica (Relación con: Dios, Demonio y sus prácticas) y Jurídica (Cómo castigarles).

Representa uno de los textos más significativos, en cuestión de la condena de brujas, durante la época del renacimiento que vivió una histeria, entre mediados del siglo XVI y mediados de siglo XVII. Fue publicado en 1487, en Alemania, por unos monjes Dominicos llamados Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, autorizados por el Papa Inocencio VIII.

En esta primera parte, de las tres que conforman nuestro curso, descubriremos: La existencia de la hechicería como brujería y acerca de los males permitidos por Dios para gloriarse; además de la figura del ser inferior, la mujer y su facilidad de caer en pecado.

Mediante esta compilación, se pretenderá dejar de forma clara el perfil de estos seres malignos:

† Requisitos para considerarse brujería: Demonio, brujo y permiso de Dios.
† El no creer en su existencia, significa una herejía.
† El pensar diferente que la Iglesia Católica, se considera una herejía.
† Los canonistas elaboran casuísticas, para sancionar a los culpables; sin olvidar considerar el estado del acusado.
† Cualquiera puede testificar e incluso la ley civil, pena con la muerte.
† Ha de contemplarse la tortura, como medio de confesión y purificación.
† Condenamos el pacto de total obediencia, de las brujas con el diablo.
† Tipos de castigo: Beneficiosos y dañosos, por ángeles buenos o malos; malos, por el demonio y naturales, por astros celestes.
† Su pecado es transferible.
† El hombre y el ángel fueron creados y sometidos al libre arbitrio; para tener merito de alcanzar la felicidad.
† El pecado de las brujas, es triple en: Culpa, pena y castigo además de su oposición al bien.
† Su pecado, se distingue por: Horror, renegar de Dios, inmundicias carnales, ceguera de espíritu y el daño a las almas y a los cuerpos.
† No mostramos misericordia ante ellas.
† No tiene poder de ser permanente.
† El demonio es, más poderoso que el hombre; ya que no teme.
† Su pecado es el, más grade por ir en contra del Creador y el Redentor.
† Es el acto, más grande de traición a Dios.
† Brujo: Quien trata de inducir a realizar maravillas de carácter malvado, ya que carecen entre otras cosas de fe.
† Adivino: En quien los demonios obran, prodigios extraordinarios.
† Pueden provocar la nulidad matrimonial, al hacer incumplir su contrato.
† Existen 14 tipos de magia, regidos según tres clases de adivinación: Invocación demoniaca; disposición como movimiento de las cosas y el sortilegio.
† La acción del demonio es independiente.
† Para el demonio el brujo es un instrumento, de perdición.
† En cuanto, su apariencia física: No son precisamente viejas ; el diablo las escoge jóvenes y hermosas, para que con sus encantos logren someter a su poder y son sensualmente rebeldes.

En suma, preparémonos para esta batalla santa.




miércoles, 9 de diciembre de 2009

San Agustín; La ciudad de Dios

Agustín de Hipona, o San Agustín (en latín: Aurelius Augustinus Hipponensis; en griego: Αὐγουστῖνος Ἱππῶνος, Augoustinos Hippōnos), nace en Tagaste en el año 354 y muere en el 430, junto con San Jerónimo de Estridón, San Gregorio Magno y San Ambrosio de Milán son de los cuatro más importantes Padres de la Iglesia latina.

El texto de la Ciudad de Dios (De Civitate Dei) de San Agustín es una obra que contiene 22 libros, escrito contra el paganismo entre el año 412 y 426; es decir, lo escribe en su vejez.

El texto está hecho a petición de Marcelino y la promesa del autor en contra de los que anteponen sus dioses a su Fundador, en defensa de la gloriosísima Ciudad de Dios. Va sobre todo contra los soberbios y ensalzando a los humildes con las palabras de la Sagrada escritura.

Su sentido primario no es político, sino esencialmente religioso. Habla de dos ciudades como la representación de los dos reinos, el de Dios y el del demonio, el de la luz y de las tinieblas, el del bien y del mal, el del amor y del odio, el del cielo y de la tierra.

San Agustín cuestiona que podría alguien pensar: ¿Por qué ha alcanzado esta divina misericordia también a los impíos e ingratos?, ¿Por qué pensamos sino porque es dádiva de aquel que hace salir el sol sobre los buenos y los malos y llueve sobre justos y pecadores? Sin embargo, la paciencia de Dios invita a los malos a la penitencia y a los buenos en la paciencia, lo que busca es ser justo, sin que los bienes del que goza los malos sean apetecidos y ni los males de los buenos lo eviten. Habla y le da mucha importancia también la cualidad del uso de las cosas o en la medida que trata a los buenos y malos.

No debemos temer la necesidad de algunas cosas, que aunque algunos la sustraen, otros se quedan en ella, y que entre las cosas que no quieren sujetar a la necesidad, ponen las voluntades. si entendemos por necesidad nuestra lo que no está en nuestro poder, como la muerte, es evidente que nuestras voluntades no están dominadas por la necesidad.

Dios es la fuente de nuestra felicidad y el fin de nuestros deseos, nuestro bien no es más que unirnos a Él. Al que sabe amarse a sí mismo, cuando se le manda amar al prójimo como a sí mismo, ¿qué otra cosa se le manda sino encarecer al otro, en cuanto esté de su parte, el amor a Dios? Dice San Agustín que es la verdadera religión, está la recta piedad y la servidumbre debida a sólo Dios.

La Trinidad es simple e inmutable, de las tres personas es un solo Dios, en ella no hay distinción entre la cualidad y la sustancia. Tiene cierta la cualidad inamisible de su incorrupción; pero, permaneciendo la sustancia corporal, no es lo que la misma incorrupción. No puede existir más incorruptibilidad de una cosa a otra. Aunque la incorruptibilidad sea inseparable del cuerpo incorruptible, una cosa es la sustancia por la que se llama cuerpo y otra la cualidad por la que se llama incorruptible. Según esto son llamadas simples las cosas que verdadera y principalmente son divinas, porque en ellas no es cosa la cualidad y otra la sustancia, sino que solo son uno. Todo lo que hizo Dios lo conocía, si no lo hubiera conocido, no lo hubiera hecho y nosotros tampoco lo hubiéramos conocido y no podría existir.

Dice San Agustín que la filosofía estaba dividida en tres partes (tripartita); una que la llaman Física, otra Lógica y la última Ética, que después se le llaman natural, racional y moral, no es porque hayan considerado a Dios, pero que Platón fue el primero en descubrir esta división considerando a Dios el autor de todas las naturalezas, y el dador de la inteligencia, y el inspirador del amor y que lleva a una vida feliz y buena. Que toda obra humana se debe tener en cuenta tres aspectos; la naturaleza por el ingenio, la doctrina por la ciencia y el uso por el fruto. Nuestra naturaleza para existir tiene a Dios por Autor, para sentir lo verdadero debemos tenerle a Él por Doctor, y a Él mismo, para ser felices.

Habla del amor, pero lo que dice es que el hombre que se llama “hombre bueno” no es lo correcto porque dice que no es el que sabe lo que es bueno, sino el que ama lo que es bueno. Existe un amor que se ama lo que no debe amarse, y este odia lo que debe amarse. Siendo como somos hombres, creados a imagen de nuestro Creador, cuya es la eternidad verdadera, la verdad eterna y la verdadera y eterna caridad, que es la Trinidad eterna, verdadera y amada, sin confusión ni división y que nos ha dado ciertos vestigios de su belleza.

San Agustín dice que existe un solo bien inmutable, Dios, uno, verdadero y feliz. Las cosas creadas son buenas porque proceden de Él, pero bienes mudables, porque fueron hechos de la nada, pero los que se alejan de Él tienen vicio y por eso son malos. Esto es que alguien puede pensar que los ángeles apóstatas proceden de otro principio y no de Dios. Siendo Dios inmutable pudo dar a las cosas de la nada el ser; así como se forma del saber a la sabiduría, así se formó la esencia del ser. La naturaleza de Dios nunca desfallece, pero sí de los seres hecho de la nada, tienen causas eficientes y deficientes.

Desde que comenzamos a existir en el cuerpo mortal, nunca dejamos de tender hacia la muerte. Todos estamos más cercano a la muerte después de un año. Dos amores son los que fundan las dos ciudades; el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena (se gloría a sí mismo o busca la gloria de los hombres) y el amor de Dios hasta el desprecio de sí propio, la celestial (gloría a Dios).

lunes, 7 de diciembre de 2009

CONFESIONES DE SAN AGUSTÍN

Las Confesiones de San Agustín es una autobiografía donde describe su proceso de conversión al Cristianismo, pero en ellas plantea otro tema de igual importancia como es: el origen del Mal. Este es el tema central de este escrito de Agustín.

Desde su infancia fue educado en la religión Cristiana por su madre Mónica y destacó por su gran inteligencia, que con el paso del tiempo fue acrecentando. En su juventud estudió retórica en la ciudad de Cártago, que es el arte de hablar y escribir bien para deleitar, persuadir o conmover a las personas. La lectura de "Hortensius" de Cicerón le impactó profundamente y decidió abandonar la retórica por la filosofía. Su juventud fue marcada por una vida llena de desenfrenos sexuales, tuvo un hijo llamado Adeodato, que murió siendo muy joven.

También durante su juventud se adhirió a la doctrina del “maniqueísmo” que defiende la existencia de dos Principios creadores contrarios entre sí, el Bien y el Mal, todo es bueno o malo, sin grados intermedios, con esta doctrina inicia su camino para ir descifrando el origen del mal, que al plantearles esta cuestión, los dirigentes del maniqueísmo no la pueden responder y decepcionado de ellos se convierte al “escepticismo”, que es otra corriente que se basa en la duda. Afirman, la verdad existe pero no puede ser conocida y no hay ningún camino para llegar a ella.

Después de acabar decepcionado de estas doctrinas se dirige a Milán a trabajar como maestro de retórica. Aquí es donde conoce al Obispo San Ambrosio, y lo frecuenta para oír sus sermones y comprobar si su gran fama es cierta o no. Con el paso del tiempo se va convirtiendo al Cristianismo. Tiene grandes luchas internas, y en una de tantas escucha que unos niños juegan y dicen: ¡Toma y lee! ¡Toma y lee!, la ve como una llamada de Dios y lee en el Nuevo Testamento Rom. 13,13: "No en las riñas y en la embriaguez, no en la lujuria y la impureza, no en la ambición y en la envidia: poner en manos del Señor Jesucristo y abandonar la carne y la concupiscencia". Después de está señal divina, le comunica a su madre su conversión y se hace bautizar. Ella muere algún tiempo después.

De aquí pasa al gran problema que plantea en sus Confesiones, el origen del mal. Dice: si Dios es tan bueno y creó al hombre a su imagen y semejanza ¿de donde viene el mal y el no querer hacer el bien? Sus preguntas son: ¿de dónde viene el mal? y ¿cómo puede existir algo (el mal en este caso) ajeno a Dios?, o ¿puede existir contra su voluntad (de Dios)? ya que el mal no puede corromper a la divinidad, porque si ello fuera posible ya no se trataría de Dios.

Agustín hace una suposición de que el mal, es como el bien, una sustancia, pero si Dios creó toda sustancia y Dios es omnipotente, se tuvo que dar cuenta de ello y pudo eliminarla. La lectura del Éxodo le da la respuesta: “Yo soy el que soy” (las cosan son porque provienen de Él y no son porque no son Él). Con esto afirma que las cosas son buenas y por ello tienden a ser corruptibles, y las malas ya no pueden corromperse más.

El corromperse significa privarse de un bien, y solo aquello que tiene bien puede ser corrompido. Pero si algo se corrompe, deja de ser, porque “ser” es un bien, así que solamente lo que “es” existe. Lo que ya esta corrompido totalmente “no puede ser” porque está privado de todo bien y por tanto, de su ser. Concluye, “las cosas mientras son, son buenas” y dice: Dios solamente creó cosas buenas, y el mal es ausencia de ser, es decir, ausencia de bien.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Orígenes. De principiis y Contra Celsum


De principiis

El primer escrito que ahora presento es el estudio teológico De principiis, escrito alrededor del 230. Se trata de una exposición de los principales presupuestos del cristianismo. El texto que se conserva en una versión de San Rufino que se trata de una abreviación del texto original y está divido en cuatro libros.

En el capítulo I Orígenes argumenta que Dios es incomprehensible e inescrutable ya que todo lo que podamos pensar o decir de Él es con mucho inferior a lo que realmente es, por tanto, ya que nuestra mente no es capaz por sí misma de concebir a Dios como es, por la belleza de sus obras y la magnificencia de sus creaturas viene en conocimiento de Dios (De principiis, I 5). Así, en la medida en que estamos más en contacto con las cosas materiales nos volvemos más obtusos y lentos, sin embargo cuando nuestra inteligencia se empeña en alcanzar las cosas más sublimes podremos entonces alcanzar a percibir algo de si divinidad.

Menciona que Dios es una naturaleza intelectual, que no admite mayor o menor perfección sino que es sentido absoluto mónada (unidad) “de donde mana toda naturaleza intelectual y toda inteligencia” (De pri… I 6), y la inteligencia no necesita de algún espacio material para realizar su actividad propia es por esto que Dios no está sometido ni al tiempo ni al espacio, y de él mana toda inteligencia.

Por otro lado, el hombre está forma por cuerpo y alma, es por esa razón que tenemos una vida terrena, tenemos sentidos corporales, oído, vista, etc., sin embargo por el don del alma también tenemos sentidos no materiales como la sensibilidad y la inteligencia, por tratarse de sentidos que están más allá del plano material, son considerados como superiores. En el pensamiento de Orígenes, así como los sentidos materiales se ocupan de los objetos materiales, los sentidos inmateriales deben ocuparse de las cosas inmateriales, en este caso se refiere al acercamiento a Dios, que es el una naturaleza intelectual; Dios no puede ser entendido por una naturaleza corporal.

En el libro II habla sobre la materia que fue creada de la nada, antes de que todo existiera, es por ello que su naturaleza es mudable, de ahí que Orígenes haya hablado anteriormente de que la materia se podía transformar en todo. Así, la desidia y el cansancio en el trabajo por conservar el bien, el abandono y descuido de las cosas mejores, dieron comienzo a un alejamiento del bien, y el alejarse del bien es lo mismo que el afincarse en el mal, de esto resulta que cuando uno se aleja del bien tanto más se acerca al mal.

Finalmente en el tercer libro Orígenes hace una clasificación de las cosas que se mueven, es decir, de las cosas cambiantes. Éstas están divididas en dos clases, aquellas que reciben el movimiento de fuera, o sea las cosas inanimadas; por otro lado están las cosas que tienen el movimiento en sí mismo, estas son aquellas que tienen vida o alma. Estos a su vez se subdividen en aquellos que se mueven por sí, los que no tienen alma como las plantas, y aquellos que lo hacen de por sí, aquellos que tienen alma, como el hombre.

Contra Celso

El segundo escrito es una obra apologética, que quiere ser una contestación a un pensador judío que cuestiona ciertas afirmaciones de la fe cristiana. Fue escrita entre los años 245 y 250 supuestamente por petición de Ambrosio, amigo y admirador de Orígenes. Este escrito es el segundo más importante de su obra porque aquí deja entrever cierta influencia neoplatónica y además sostiene y fundamenta las doctrinas cristianas. La estructura del escrito es simple ya que en cada apartado se dedica a exponer alguna afirmación de Celso y posteriormente a refutarla o complementarla.

Como primer punto hace un elogio de la conducta socrática de permanecer firme a sus convicciones a pesar de que sabía que iba a morir, así también ejemplifica el pasaje en la vida de Jesús que sabía que iba a ser traicionado y negado y a pesar de ello siguió con su testimonio de vida. Esto lo explica contradiciendo a Celso que dice “¿qué Dios, qué demon o qué hombre sensato, sabiendo de antemano que le iba a pasar todo eso, no hubiera tratado, en lo posible, de evitarlo, y no arrojarse a los mismo que preveía?”. (Contra Celsum, II 146).

Otra afirmación de Celso es que los ciclos humanos siempre serán los mismos de principio a fin, y que las cosas que pasan siempre se repetirán. Contra esto, Orígenes recurre de nuevo a presupuesto del libre albedrío, si es verdad como dice Celso entonces no es posible que podamos tener la capacidad de decidir sino que estaríamos ligados a una especie de destino que nos impediría ser libres porque siempre tendríamos que hacer lo mismo. A todo esto se suman los estoicos diciendo que no sólo el periodo mortal tiene un ciclo sino que el divino también lo tiene, así cuado el ciclo se vuelva a repetir y las personas vuelvan a nacer serán indistinguibles de las que hayan estado anteriormente, así, cuando Sócrates vuelva a nacer, no será él sino otra persona indistinguible a él.

Respecto al tema del mal, al respecto Celso dice que aunque hagas una obra mala no sabes si eso va a hacer bien a otros o a ti mismo porque no sabes lo que conviene en ese momento. Orígenes completando dice que efectivamente Dios, respetando nuestro libre albedrío, a veces se vale de las malas acciones del los otros para hacer algún bien pero que nosotros no podemos saber si eso está haciendo algún bien para otra persona por ello no es recomendable haces obras malas.

Posteriormente pasa a hacer una argumentación acerca de que Dios es creador de todo y todo lo ha hecho para el hombre. Así contra la posición de Celso quien defiende que ha ciertas cosas, como los rayos y los truenos, que no están en función del hombre, así como también es muy cuestionable que el hombre trabajo para conseguir su alimento y las bestias no. Orígenes justifica que todo lo creado está hecho para el hombre ya que el hombre, ser racional, es superior a todo cuanto hay, sólo él es capaz de darle una utilidad a todo, “la Providencia provee principalmente a los racionales; pero, por concomitancia de lo que se hace por razón de los hombres gozan también los irracionales” (Cont… IV 155). De la misma manera también justifica que el hombre tenga que trabajar para conseguir su alimento ya que, según Orígenes, Dios quiere que desarrollemos las artes y oficios para servirnos de ellos, y aprovechar realmente nuestra racionalidad.

Finalmente recupera algunos elemntos de Platón para fundamentar sus ideas. Su idea de Dios es que no participa de la sustancia (o esencia: ousía), más bien participa, y es participado por quienes tiene el espíritu de Dios, así, tampoco Jesús, participa de su justicia sino que siendo El la misma justicia partición los dos juntos (Cont… VI 161). También cita las palabras del Timeo, para decir que es nuestra tarea es encontrar al Creador, pero quien lo encontrase no lo podría manifestar por su naturaleza divina. De este modo concluye que la naturaleza humana no es suficiente para buscar a Dios y hallarlo en su ser puro.