De principiis
El primer escrito que ahora presento es el estudio teológico De principiis, escrito alrededor del 230. Se trata de una exposición de los principales presupuestos del cristianismo. El texto que se conserva en una versión de San Rufino que se trata de una abreviación del texto original y está divido en cuatro libros.
En el capítulo I Orígenes argumenta que Dios es incomprehensible e inescrutable ya que todo lo que podamos pensar o decir de Él es con mucho inferior a lo que realmente es, por tanto, ya que nuestra mente no es capaz por sí misma de concebir a Dios como es, por la belleza de sus obras y la magnificencia de sus creaturas viene en conocimiento de Dios (De principiis, I 5). Así, en la medida en que estamos más en contacto con las cosas materiales nos volvemos más obtusos y lentos, sin embargo cuando nuestra inteligencia se empeña en alcanzar las cosas más sublimes podremos entonces alcanzar a percibir algo de si divinidad.
Menciona que Dios es una naturaleza intelectual, que no admite mayor o menor perfección sino que es sentido absoluto mónada (unidad) “de donde mana toda naturaleza intelectual y toda inteligencia” (De pri… I 6), y la inteligencia no necesita de algún espacio material para realizar su actividad propia es por esto que Dios no está sometido ni al tiempo ni al espacio, y de él mana toda inteligencia.
Por otro lado, el hombre está forma por cuerpo y alma, es por esa razón que tenemos una vida terrena, tenemos sentidos corporales, oído, vista, etc., sin embargo por el don del alma también tenemos sentidos no materiales como la sensibilidad y la inteligencia, por tratarse de sentidos que están más allá del plano material, son considerados como superiores. En el pensamiento de Orígenes, así como los sentidos materiales se ocupan de los objetos materiales, los sentidos inmateriales deben ocuparse de las cosas inmateriales, en este caso se refiere al acercamiento a Dios, que es el una naturaleza intelectual; Dios no puede ser entendido por una naturaleza corporal.
En el libro II habla sobre la materia que fue creada de la nada, antes de que todo existiera, es por ello que su naturaleza es mudable, de ahí que Orígenes haya hablado anteriormente de que la materia se podía transformar en todo. Así, la desidia y el cansancio en el trabajo por conservar el bien, el abandono y descuido de las cosas mejores, dieron comienzo a un alejamiento del bien, y el alejarse del bien es lo mismo que el afincarse en el mal, de esto resulta que cuando uno se aleja del bien tanto más se acerca al mal.
Finalmente en el tercer libro Orígenes hace una clasificación de las cosas que se mueven, es decir, de las cosas cambiantes. Éstas están divididas en dos clases, aquellas que reciben el movimiento de fuera, o sea las cosas inanimadas; por otro lado están las cosas que tienen el movimiento en sí mismo, estas son aquellas que tienen vida o alma. Estos a su vez se subdividen en aquellos que se mueven por sí, los que no tienen alma como las plantas, y aquellos que lo hacen de por sí, aquellos que tienen alma, como el hombre.
Contra Celso
El segundo escrito es una obra apologética, que quiere ser una contestación a un pensador judío que cuestiona ciertas afirmaciones de la fe cristiana. Fue escrita entre los años 245 y 250 supuestamente por petición de Ambrosio, amigo y admirador de Orígenes. Este escrito es el segundo más importante de su obra porque aquí deja entrever cierta influencia neoplatónica y además sostiene y fundamenta las doctrinas cristianas. La estructura del escrito es simple ya que en cada apartado se dedica a exponer alguna afirmación de Celso y posteriormente a refutarla o complementarla.
Como primer punto hace un elogio de la conducta socrática de permanecer firme a sus convicciones a pesar de que sabía que iba a morir, así también ejemplifica el pasaje en la vida de Jesús que sabía que iba a ser traicionado y negado y a pesar de ello siguió con su testimonio de vida. Esto lo explica contradiciendo a Celso que dice “¿qué Dios, qué demon o qué hombre sensato, sabiendo de antemano que le iba a pasar todo eso, no hubiera tratado, en lo posible, de evitarlo, y no arrojarse a los mismo que preveía?”. (Contra Celsum, II 146).
Otra afirmación de Celso es que los ciclos humanos siempre serán los mismos de principio a fin, y que las cosas que pasan siempre se repetirán. Contra esto, Orígenes recurre de nuevo a presupuesto del libre albedrío, si es verdad como dice Celso entonces no es posible que podamos tener la capacidad de decidir sino que estaríamos ligados a una especie de destino que nos impediría ser libres porque siempre tendríamos que hacer lo mismo. A todo esto se suman los estoicos diciendo que no sólo el periodo mortal tiene un ciclo sino que el divino también lo tiene, así cuado el ciclo se vuelva a repetir y las personas vuelvan a nacer serán indistinguibles de las que hayan estado anteriormente, así, cuando Sócrates vuelva a nacer, no será él sino otra persona indistinguible a él.
Respecto al tema del mal, al respecto Celso dice que aunque hagas una obra mala no sabes si eso va a hacer bien a otros o a ti mismo porque no sabes lo que conviene en ese momento. Orígenes completando dice que efectivamente Dios, respetando nuestro libre albedrío, a veces se vale de las malas acciones del los otros para hacer algún bien pero que nosotros no podemos saber si eso está haciendo algún bien para otra persona por ello no es recomendable haces obras malas.
Posteriormente pasa a hacer una argumentación acerca de que Dios es creador de todo y todo lo ha hecho para el hombre. Así contra la posición de Celso quien defiende que ha ciertas cosas, como los rayos y los truenos, que no están en función del hombre, así como también es muy cuestionable que el hombre trabajo para conseguir su alimento y las bestias no. Orígenes justifica que todo lo creado está hecho para el hombre ya que el hombre, ser racional, es superior a todo cuanto hay, sólo él es capaz de darle una utilidad a todo, “la Providencia provee principalmente a los racionales; pero, por concomitancia de lo que se hace por razón de los hombres gozan también los irracionales” (Cont… IV 155). De la misma manera también justifica que el hombre tenga que trabajar para conseguir su alimento ya que, según Orígenes, Dios quiere que desarrollemos las artes y oficios para servirnos de ellos, y aprovechar realmente nuestra racionalidad.
Finalmente recupera algunos elemntos de Platón para fundamentar sus ideas. Su idea de Dios es que no participa de la sustancia (o esencia: ousía), más bien participa, y es participado por quienes tiene el espíritu de Dios, así, tampoco Jesús, participa de su justicia sino que siendo El la misma justicia partición los dos juntos (Cont… VI 161). También cita las palabras del Timeo, para decir que es nuestra tarea es encontrar al Creador, pero quien lo encontrase no lo podría manifestar por su naturaleza divina. De este modo concluye que la naturaleza humana no es suficiente para buscar a Dios y hallarlo en su ser puro.