“El doctor Seráfico”
San Buenaventura (1217 - 1274)
Itinerario de la mente (o alma) hacia Dios
Cardenal, general de la orden Franciscana y Doctor de la Iglesia. Nace en Bagnoregio, en la región Toscana, con el nombre de Juan Fidanza, después se le daría el nombre de Buenaventura, porque su maestro de la Universidad de Paris, el ingles Alejandro de Hales, lo definió como “un hombre que parecía no haber sido afectado por el pecado de Adán”, otro motivo del nombre, señala que se enfermó de pequeño, su mamá lo llevó ante San Francisco de Asís y éste exclamo ¡Buena Ventura!, que significa Buena suerte [1] ; tiempo después se le atribuye el sobrenombre de “Doctor Seráfico”, por sus escritos caracterizados por una gran Fe y amor a Jesucristo.[2]
“Itinerario de la mente a Dios”, es una obra escrita por San Buenaventura, donde en VII capítulos, expone cual debe ser el camino que debemos recorrer para llegar a Dios, al Bien Supremo, a aquel que es el que Es; pero además de marcar un camino (itinerario), expone de manera muy minuciosa todos aquellos elementos que intervienen y hacen posible avanzar y realizar este itinerario. Nosotros seres humanos por género, estamos a un nivel diferente al resto de las creaturas debido a ciertas facultades que poseemos (por gracia de Dios), por medio de las cuales se nos será posible emprender éste camino de ascenso al Sumo bien, a Dios.
San Buenaventura expondrá su pensamiento tomando como base y cimiento de sus argumentos, citas de las Sagradas Escrituras, por esto es necesario tomarlas en cuenta y conocerlas. Los capítulos que conforman esta obra son:
Cap. I: Grados de la Subida a Dios y especulación de Dios por sus vestigios. La felicidad es fruición del Sumo Bien, el Sumo Bien esta sobre nosotros, de manera que, si queremos alcanzarla debemos subir y estar sobre nosotros, cosa que no podemos hacer por nuestras propias capacidades, sino que lograremos esta elevación con ayuda de una fuerza superior, el motor que hará posible esta dinámica es la Oración, sólo por ella somos Iluminados para poder conocer los grados de que conforman el Itinerario a Dios. Son seis grados principales: el sentido y la imaginación; la razón y el entendimiento, la inteligencia y la sindéresis. El 6 como numero simbólico, porque Dios realiza su acción creadora en 6 días; Jesús, después de 6 días lleva a sus discípulos al y se transfigura (Mt 17,1). El recorrido será una caminata de 3 jornadas, dichas jornadas son de igual modo simbólicas, quieren representar la triple existencia de las cosas: materia, inteligencia y el arte eterna.
Cap. II: especulación de Dios en los vestigios que hay de Él en este mundo sensible. Las cosas creadas por Dios, que participan de este mundo sensible, participan de modos específicos, algunas son infalibles, indelebles, incoartables, indivisibles… pero como dice San Agustín, no podemos juzgar las cosas por si mismas, sino que a luz de Aquello que las ha creado, además, las características antes mencionadas dan una razón de cómo puede ser Aquel, su autor. Así pues, porque todas las cosas fueron creadas por Dios, estas son un medio útil para llegar o acercarnos a Él.
Cap. III: especulación de Dios por su imagen impresa en las potencias naturales. Cuando exponemos o presentamos una cosa, lo hacemos por medio de las definiciones, las cuales están formadas por términos más generales que la primera y a la vez, también estas tienen términos más generales, así hasta llegar a los términos Supremos, donde Aquel no tiene términos superiores a Él para definirse. Nuestra mente no esta capacitada para ver esa verdad absoluta, sino que debe ser iluminada por Dios con aquella luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo… luz verdadera y el Verbo que en el principio estaba en Dios. (Jn. 1,1.9). La virtud electiva se apoya en el Consejo, en el Juicio y en el deseo.
Cap. V: especulación de la unidad de Dios por su nombre primario, que es el ser. Hay diversos modos de contemplar a Dios: fuera de nosotros, por los vestigios; dentro, por su imagen y sobre, por la luz impresa en nuestra mente. Pues bien, esta la propuesta de dos nombres de Dios, de lo cual uno será el Primario: el nombre de Ser: del A.T, revelado a Moisés – “Yo soy el que Soy” -; y el de Bien, del N.T. revelado por Jesús - “Nadie es bueno… sino sólo Dios”- .
Cap. VI: especulación de la beatísima trinidad en su nombre que es el Bien. Siguiendo la cuestión de cual será el nombre de Dios, tomando las dos propuestas anteriores, en este capítulo se marca la importancia de que Dios puede ser el Bien, porque el bien es el principal fundamento de la emanación. Por esta actividad es que se da una estrecha relación de Dios Trino y Uno, puesto que ninguno es mayor que el Otro; gracias a que existe una difusión o comunicación perfecta en cada uno de Ellos, se pude dar la difusión plena por medio de los Tres, que son Uno. Ante la contemplación de este misterio existe el riego de creer, que todo se ha comprendido, cuando en realidad estamos intentando acercarnos a Aquel que es Incomprensible. Debemos admirarnos pues de las maravillas que Dios realiza, sobre todo el gran acto de Dios en la persona de Cristo que sume una condición inferior y una dualidad en naturaleza. Así al llegar al 6° grado de este recorrido, nos resta pasar al 7°, que como Dios en la creación descansó, así descansará la mente humana, fatigada de este itinerario.
Cap. VII: exceso mental y místico, en el que se da des canso al entendimiento, traspasándose el afecto totalmente a Dios a causa del exceso. Habiendo hecho este recorrido, habiendo contemplado a Dios en los diversos modos, es necesario abandonar todo ejercicio intelectual, abriendo paso, a modo de coronamiento de este itinerario, a los afectos que hacen que todo fluya a Dios y todo se vuelva uno con Él. Para esto debemos de hacer un transito necesario, que es Morir, porque son claras las palabras del Señor: No me verá hombre alguno sin morir (Ex 33,20).
[1] http://www.churchforum.org/santoral/Julio/1507.htm, consultada el 23 de enero de 2010.
[2] www.franciscanos.org/santoral/buenaventura.html, consultada el 23 de enero de 2010.