lunes, 1 de marzo de 2010

DISCURSO DE LA SERVIDUMBRE VOLUNATRIA

TAMBIÉN LLAMADO CONTRA EL UNO.

ÉTIENNE DE LA BOÉTIE.

Étienne de La Boétie fue un escritor y político francés nacido en Sarlat el 1 de Noviembre de 1530. Se interesó desde muy joven en los autores clásicos griegos y latinos. A los 18 años escribió "Discours de la servitude volontaire ou Contr'un" (Discurso sobre la servidumbre voluntaria o el Contra uno) en 1546 o 1548, publicado en 1576, lo que le valió el respeto de Michel de Montaigne. Por la muerte de su padre es educado por su tío y padrino, Bouihonas, eclesiástico culto que le transmite el amor por las letras clásicas y surge su interés por el derecho.


Después de cursar estudios de Derecho en la Université d´Orléans, se convierte en 1553 en consejero del Parlamento de Burdeos. A partir de 1560 participa junto a Mivhel de l´Hospital en diversas negociaciones para lograr la paz civil -predicando la tolerancia- en las guerras de religión que oponían a católicos y protestantes, estando del lado de los católicos.


El Discurso sobre la servidumbre voluntaria o contra el uno es una corta requisitoria contra el absolutismo. El texto de La Boétie plantea la cuestión de la legitimidad de cualquier autoridad sobre un pueblo y analiza las razones de la sumisión (relación dominación/ servidumbre). De esta manera el Discurso prefigura la teoría del contrato social e invita al lector a una minuciosa vigilancia siempre con la libertad como punto de mira La Boétie, fue un servidor del orden público, es considerado por muchos como un precursor intelectual del anarquismo.

La Boétie vivió 32 años, 9 meses y 17 días. Estaría retratado en su obra esencial, el Discours de la servitude volontaire, que aseguraría su posteridad como uno de sus precursores del pensamiento libertario. Es un adelantado de los pensadores modernos de la libertad. Los pueblos, en la visión de la Boétie, rinden sumisión a una opresión a la que ellos engendran y alimentan. El poder es un fantasma, una categoría Metafísica que corporiza y fortifica desde los cuerpos de quienes lo atacan y lo sufren. Los ajenos al poder, los que lo sufren, son al mismo tiempo quienes hacen el poder, lo que corporizan al fantasma. Otro aspecto de la modernidad que nos muestra la Boétie nos previene sobre el mítico liberador del pueblo que fácilmente deviene caudillo y luego tirano. El discurso de la Boétie arraiga en una época, unas circunstancias, unos espacios históricos, también es válido para todos los tiempos, porque, pasando por todas las épocas y haciendo de ellas una sola, latiendo bajo todos los discursos ideológicos, aun los más contrario, el Poder percibe en el alma. El pueblo es el que a sí mismo avasalla y el que se degüella. Escoger sobre ser sometido o ser libres, rechaza la libertad y acepta el yugo; el que consiste en su mal, o mejor dicho, lo buscan.

Para empezar el texto se remite a Homero que dice “No es bueno tener muchos amos”

Sostiene que son los pueblos, naciones y en resumen los hombres los que soportan a un solo tirano, que no tiene más fuerzas que las que ellos le dan, él solo puede perjudicarlos mientras ellos quieran soportar y no podría hacerles ningún mal si dejaran de sufrirle todo, como lo sufren por no contradecirle. Cosa sorprendente y tan común que más deberíamos lamentarnos que sorprendernos de ello.

Es razonable amar la virtud, apreciar las buenas acciones, agradecer los bienes recibidos y a veces reducir nuestro propio bienestar para aumentar el honor y el provecho de aquello a quienes amamos y merece ser amado. Es un horrible vicio el ver a tantos hombres no solo obedeciendo, sino sirviendo, no siendo gobernados, sino tiranizados. Si uno, dos o tres seden a uno es extraño, pero si es posible y se les puede decir que les falta corazón, pero si cien o mil sufren la opresión de uno solo y no se atreven a enfrentársele o no quieren hacerlo ha de ser más que cobardía, por menosprecio y desdén, no se le puede llamar a eso cobardía.


Dice que a ese tirano no se le necesita combatir o abatir, simplemente perderá poder al dejar y será derrotado desde el momento en que la gente no consienta en servirlo, se tata no de quitarle nada, sino de no darle nada. Sólo hay una cosa de la que los hombres carecen de fuerza para desearla, la libertad, para adquirir el bien que desea el hombre audaz no teme ningún peligro, solo los cobardes y los emboados no saben ni soportar el mal ni recobrar el bien que se limitan a envidiar. Lo único que los amos tienen más que los que le sirven son los medios que le dan para gobernarlos. Deben decidir no servirle más para ser libres. También dice que la libertad es algo con lo que hemos nacido y tenemos derecho a defenderla, ya que es contra natura el que alguien solo viva sometido sirviendo a otro.


Explica que hay tres tipos de tiranos: los que reinan por elección del pueblo, los que son por la fuerza de las armas y otros por sucesión de linaje. Hay pueblos que se olvidan de su libertad y ya les es imposible despertar para reconquistarla: sirven tan gustosamente y tan bien que pareciera que no solo han perdido su libertad, sino que además se han ganado su servidumbre. Hay algunos que ya al nacer se encuentran bajo algún yugo, a esos se les debe excusar y perdonar, pues nunca han conocido la libertad, ni han oído hablar de ella, ya que nunca nos lamentamos al carecer de lo que nunca hemos tenido, el desconsuelo solo viene después del placer Pero no todos los gobernantes han sido malos, ha habido gobernantes muy buenos, que aun si han nacido reyes la naturaleza no los ha hecho como los otros.


Los tiranos tontos siguen siendo tontos ya que no tienen la capacidad de hacer el bien, y lo poco que tienen de inteligencia la ocupan para hacer el mal.

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