jueves, 11 de marzo de 2010

Elogio de la Locura

Elogio de la Locura.

Erasmo nace en Rotterdam el 28 de octubre de 1467, es hijo de un hombre perteneciente al clero. Anteriormente se llamaba Gerardo y que después se cambia su nombre por Desiderio Erasmo, motivo de la costumbre de su época. Comienza su estudio en Guda, pero lo interrumpe por quedar huérfano y no tenía como pagar. Luego sus tutores lo envían a Bois-le-Duc que era un seminario con las intenciones de que se hiciera monje, pero él rechaza el lugar y tiempo después por medio de un amigo entra a un noviciado de los canónigos regulares de San Agustín de Steyn. Considerado uno de los humanistas más grandes de su época, licenciado en teología y ordenado sacerdote.

Su crítica sarcástica a la Iglesia de su tiempo anticipó en media generación algunas tesis de Lutero. No dejó de criticar la decadencia moral de la iglesia renacentista, en especial a la pontificia. Algunas de la obras que escribió: Manual del soldado (1504), Elogio de la locura (1509), traducción del Nuevo Testamento del griego al latín (1516), sobre el libre albedrío (1524).

Esta obra de Erasmo “Elogio de la locura” es una Sátira llena de ingenio que tiene grandes enseñanzas en el fondo de sus bromas, donde también refleja sus experiencias; como hombre, cristiano, viajero y humanista. Además, para él el mundo lo presenta como teatro donde la Locura representa o desarrolla el papel principal y que a través de ella, la humanidad es feliz haciendo las tonterías de ésta, se alaba a sí misma y también enumera sobre las acciones que realiza en la humanidad. En ella aparecen varios personajes.

En este texto está escrita en primera persona, que es la Locura que habla directamente; entonces dice que nadie se puede salvar fuera de ella que es la verdad, y que su origen es de parte de la Hija de Pluto y Juventud (Hebe), amamantada por la embriaguez y la ignorancia, y también considera que sus hermanos son; el amor propio, adulación, olvido, pereza, voluptuosidad y demencia, que son estos también los que ayudan a la humanidad.

Erasmo expone dos tipos de Locura en este texto: la que emana de los infiernos para sembrar en los hombres las sed de guerra, riquezas y bajas pasiones; y la que emana de la Locura que es el mayor bien que se puede desear. La Locura se dice que tiene la virtud de distraer a los hombres y dioses, que cuando están tristes y preocupados la locura los llena de alegría, de carcajadas y de aplausos, ella transforma a los hombres. En su discurso le pide a los hombres que no le pongan atención como a los predicadores, sino como a los charlatanes, bufones, y que ella haría también un poco de sofista de los antiguos, además para ella los discursos improvisados son más verdaderos que de los que se dicen sabios.

El poder de la Locura se encuentra desde el origen de la vida, y que cómo es que puede ser negada que es la fuente de beneficios de todos, que es el príncipe y fuente de la vida, porque ella puede rejuvenecer a los viejos y volverlos a la infancia cuando ya están cerca del sepulcro, así dice tal cual, “la locura es la única cosa que detiene la fugacísima juventud y retrasa la pesada vejez”. Sin embargo, es volver a los hombres más locos, mientras sean más viejos, de igual modo, cuando los hombres se hacen viejos son más sabios.

Habla también de los dioses que cuando ya están bien bebidos se ponen a hacer tantas locuras terminadas sus fiestas, pero también hace una comparación de que en la llanura etérea hay más alegría y felicidad que en la tierra. Dice que así como los estoicos se dejan guiar por la razón para su sabiduría, así tienen que guiarse los locos por la pasión. Además que la locura nos da el lazo de amistad, hasta que un enamorado grita el amor, de igual modo en el divorcio, a que un hombre esté investigando sobre su esposa de lo que esté haciendo. Ésta también es lo que hace que haya unidad en la sociedad, que haya relaciones sólidas y agradables en la vida. Critica también mucho a los sabios que son unos inútiles para la tarea de la vidad, que porque no sabrían que hacer ante una guerra, de que con su sabiduría no podrían vencer al enemigo, y además los considera como los aguadores de las fiestas por su silencio, la vida humana es para locos.

En última parte pone las formas de la locura o los que se hacen partícipes de la locura.

Gramáticos; estos para los dioses son unos desgraciados y menospreciados, pero que gracias a la locura la gente los alaba y los tienen por primeros hombres del mundo. Poetas, Retóricos y Escritores; los poetas que son unos devotos del amor propio y de la adulación, los retóricos buscan agradar a los públicos, y que los escritores, ponen todo lo que se les viene de la mente, que le sean más agradables a los necios e ignorantes. Jurisconsultos que hacen creer que sus estudios son los más trabajosos de todos, los dialécticos que se les olvida las verdades y se ayudan del amor propio ante sus discursos, para discutir de cualquier silogismos. Filósofos, que se creen saber más hasta de cosas que no se pueden explicar o que luego se andan inventando de mundos infinitos o que predicen otras cosas; los teólogos, que es del que luego tiene temor a que sea llamado hereje, pero dice que también en ellos existe el amor propio, que miran a los pobres como animales que se arrastran en la tierra, que ya no tienen nada que ver con los apóstoles, sino que sólo se dedican ya al conocimiento. Religiosos y Monjes, que tienen alta opinión de sí mismos y que para ellos en el estudio también existe la abstinencia, que cuando dan algunos discursos o pláticas, lo primero que hacen es innovar a las personas, comienzan hablando de otras cosas, los comentarios de los Evangelios los hacen de tal forma que no se les entienda. Reyes y príncipes, que son los que más rinden culto a la locura y que gracias a ella se entregan a la vida fácil. Los cortesanos que se la pasan todo el tiempo comiendo o en cama, y se contentan con vestirse con oro, joya, etc. o que llamen al rey señor. Obispos, que significa trabajo, vigilancia, solicitud, nada de esto hacen al respecto, sino que son pastores de sí mismos y dejan todo su trabajo a Cristo mismo, y sólo son obispos cuando se trata de dinero. Cardenales y Papas que no hacen esfuerzo por seguir a Cristo, sino que buscan el lujo para sí mismos.

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